Por Gustavo Insaurralde
En el año 2009, el entonces presidente ruso Dimitri Medvédev expresó que Rusia necesitaba modernizar su sistema económico, avizorando los efectos a largo plazo de la crisis económica de 2008. Dentro de esta estrategia, los países de Latinoamérica ocuparían un rol esencial, su colaboración económica sería necesaria para fortalecer su posición internacional.
¿A qué se puede atribuir esta posición? Según Ilan Berman (2001), el objetivo de Rusia es transformarse en una potencia económica, cuyo elemento de poder sea el control de las fuentes energéticas de su crecimiento. Para lograr su acometido debe diversificar las relaciones con el resto del mundo; América Latina está en el centro de esta estrategia. Esta diversificación funcionaría como un artilugio contra su principal vulnerabilidad: las condiciones económicas y político-legales globales. En otros términos, las instituciones y regímenes internacionales construidas por el hegemón, Estados Unidos.
Para combatir esto, la propuesta hacia el mundo de Rusia es la complementariedad. Como Rusia pretende constituirse como una potencia económica, la construcción de esta estrategia nacional complementa la potencialidad de su transformación con las ansias de los líderes latinoamericanos a distanciarse de la égida de Estados Unidos.
Como consecuencia, los intereses latinoamericanos no son refractarios a esa necesidad. Los estados de la región, entre ellos la Argentina, intentan pergeñar objetivos de cierta “autonomía heterodoxa” (Puig, 1984), diversificando sus contactos internacionales como así también intentando diseñar, con mayor o menor éxito, una estrategia nacional disímil a la propuesta por el hegemón.
En una búsqueda por abrir las puertas hacia una creciente diversificación y menor dependencia de los dictados de Estados Unidos, Argentina vería con buenos ojos la cooperación con Rusia. La llave de esta cooperación recae en la colaboración nuclear y energética, en la que ambos países tratan de reducir sus respectivas vulnerabilidades. Así, la firma de un Convenio preliminar entre Nucleoeléctrica Argentina S.A. y Rosatom Overseas para la construcción de una central nuclear o la cooperación técnica para la provisión de uranio metálico, son ejemplos de estos intentos de complementariedad.
Todo indica que Rusia está tratando de constituir las bases de su desarrollo con una estrategia internacional acorde y en el marco del disciplinamiento que la Unión Europea y Estados Unidos le proporcionaron tras su incursión en Ucrania. Argentina, a su vez, con su propia formulación de política exterior, intenta utilizar ese factor a su beneficio, aprovechando las nuevas tendencias que se presentan en el escenario internacional.