Por Gustavo Insaurralde
Al menos tres de los cinco candidatos coinciden en varios puntos en la agenda de cara a los años 2015-2019. De esta selección se excluye el Frente de Izquierda y de los Trabajadores porque su plataforma, inscripta en un modelo estatista, intenta cambiar de raíz la identidad internacional argentina. Ello significaría modificar el marco de alianzas, mediante el alejamiento de los “estados imperialistas” y centralizar y nacionalizar los sectores productivos vinculados al comercio exterior. Al mismo tiempo, es difícil encontrar coincidencias en la propuesta de Massa (UNA). Por el contrario con lo sucedido con el FIT, su principal escollo es la falta de una propuesta integral debido a su aproximación por temas de agenda (Malvinas, Antártida, Narcotráfico, etc.)
Progresistas, Cambiemos y el Frente para la Victoria coinciden en, al menos, tres objetivos: la necesidad de reinserción productiva, el papel primordial del Mercosur y el reconocimiento de las nuevas oportunidades estructurales. (Ver APEA 18)
La necesidad de reinserción productiva es un objetivo claro que comparten los tres candidatos. Si para Scioli la solución es la inserción argentina en las cadenas globales de producción e inversiones y la utilización de la infraestructura como elemento catalizador de procesos competitivos, Stolbizer vislumbra la necesidad de establecer relaciones más profundas con países emergentes, como así también coaligarlos en organismos alternativos de financiación internacional. Macri tampoco escapa de estas necesidades estructurales. Su búsqueda de “credibilidad en los mercados internacionales” es la transformación de áreas altamente competitivas, como las industrias del conocimiento y la producción agroindustrial, en fenómenos catalizadores que promuevan una nueva inserción internacional.
En segundo lugar, el lugar del Mercosur en las plataformas electorales es indiscutible. Los tres candidatos la consideran como la plataforma ideal de inserción latinoamericana, el espacio de cooperación con el socio regional más importante, Brasil, el terreno desde donde nace todo proyecto de internacionalización competitiva y como mecanismo de acercamiento al Pacífico.
Al mismo tiempo, es interesante el reconocimiento de los cambios estructurales que se avecinan. En la política de integración en nichos de agenda de Cambiemos, en las propuestas multilaterales de control de la corrupción internacional y de apertura de organismos alternativos de Progresistas, o en la visión estructural del FPV de no-polaridad (el reconocimiento de muchos centros de poder, muchos de ellos no son naciones-estado, y una infinidad de temas de agenda), se vislumbra la percepción de cambios profundos en la escena internacional y las grandes oportunidades que puede acarrear.
En última instancia es difícil ver disonancias profundas en las propuestas de política exterior entre la mayoría de los candidatos. Esto es así en la medida que los factores sistémicos son comunes a los tres y la percepción de ellos no varía. Los otros dos candidatos no poseen elementos confluentes porque, o proponen un cambio estructural, como el FIT, o la aproximación a la inserción internacional no es integral, sino por temas de agenda.