Por Gustavo Insaurralde
Esta semana la Canciller Susana Malcorra se ha reunido con su par británico, Phillip Hammond. En la reunión se establecieron varios acuerdos entre los que se incluyen el intercambio de información en temas sensibles como el narcotráfico y la eventual visita de Hammond a Argentina el año que viene.
Más allá de la diversidad de temas que puede recubrir una relación bilateral, el tema Malvinas es un eje ineludible en la relación británico-argentina.
La aproximación de Malcorra hacia el tema parece incluir un principio de cooperación que intenta fomentar otros objetivos de la PEA, como la reinserción en los mercados globales pero también su postulación para ser electa Secretaría General de Naciones Unidas.
La política de aproximación al tema parece definirse, usando sus propias palabras, en términos “pragmáticos y maduros”. La política de madurez y pragmatismo de Malcorra parece basarse en el aumento de la cooperación con Gran Bretaña basándose en el Principio de Pareto: cooperar en el 80% de temas donde se tienen intereses comunes y postergar al tópico Malvinas, el 20% restante, como obstáculo para la relación bilateral. De hecho, en declaraciones recientes, la canciller ha reconocido que Malvinas “ya no es el tema principal con el Reino Unido”
¿Qué tan diferente es esta aproximación a la llevada a cabo por la anterior administración? Ya en las postrimerías de los gobiernos kirchneristas, los mecanismos de diálogo abiertos bajo “la política de seducción” del Canciller Di Tella en la década menemista y el paraguas de soberanía iniciado por el Canciller Dante Caputo (Gil, 1999; Romero, 2003) en el gobierno de Alfonsín fueron cerrados por la inacción de las mismas. También se incluyeron las infracciones en materia pesquera e hidrocarburífera, enmarcada en la Ley de Pesca de 2005, la fuerte impronta multilateral, entendiendo a este espacio como el único legítimo para negociar la soberanía de las islas con Inglaterra y el fuerte apoyo regional, con la decisión de los países vecinos de no recibir barcos con banderas isleñas, atacando el sistema de licencias de los kelpers. (Frances y Zero, 2012)
El eventual pragmatismo de Malcorra deja vislumbrar el fracaso material de la política de ahogamiento de la estructura económica isleña como puntal para instar el diálogo multilateral de las partes llevada a cabo por las administraciones kircheristas. De acuerdo a este “pragmatismo” se entrevé una aproximación que incluye una estrategia de vinculación temática dentro de la cooperación bilateral, en donde se pueda discutir otros temas (inversiones, pesca) acompasados con el conflicto sobre la soberanía de las islas. Si esto es así, el problema ya no es de estrategia negociadora, sino de sortear las críticas que la administración Macri podría recibir por incentivar el diálogo con miras hacia otros objetivos.