Por Gustavo Insaurralde Después del referéndum que decidía si Gran Bretaña quedaba o no dentro de la Unión Europea, los periódicos y los analistas de política exterior argentina comenzaron a debatir sobre las consecuencias al corto, mediano y largo plazo que esta medida podría tener en la inserción internacional argentina. Analistas de política exterior coincidieron que el Brexit generaría grandes impactos en el reclamo argentino en las Islas Malvinas. Horacio Verbitzky del CELS en Página 12 acusó a la administración Macri de no estar aprovechando la oportunidad. Observando el caso español con Gibraltar, donde se ofrecieron vías diplomáticas para entablar un diálogo para recuperar el peñón, la respuesta de Cancillería fue tímida frente a estas modificaciones. Desde otra perspectiva, Luis Alberto Davérède del CARI en el Cronista reconoció la oportunidad histórica para nuestro país, especialmente debido a los apoyos bilaterales que podría recibir Argentina con respecto a la soberanía. A su vez, resaltó la posibilidad de que los isleños sufran pérdidas económicas debido a la imposición de aranceles a su producción. En sus últimas intervenciones en esta semana en el Comité de Descolonización, Malcorra no ha modificado el accionar de las administraciones kirchneristas, es decir, instar al diálogo bilateral con Gran Bretaña mediante canales multilaterales, como Naciones Unidas. (Zero, 2013) Aunque ambos autores reconocen la importancia marginal del intercambio comercial bilateral, las consecuencias estructurales son fruto de diversas interpretaciones. Davèréde considera que el Brexit podría representar un escollo en la estrategia de vuelta a los mercados financieros internacionales ya que el sistema económico internacional se muestra sumamente inestable. A diferencia de él, Verbitzky desestima estas cuestiones pero resalta los beneficios coyunturales que podrían traer aparejado para el capitalismo internacional. En otras palabras, si se llevara a cabo el Brexit, la plaza financiera londinense se constituiría en un atractivo paraíso fiscal para cuentas off-shore. A modo de reflexión sistémica, probablemente una decisión soberana de la ciudadanía británica no tendría impacto en el sistema internacional sino fuera por el alto grado de conectividad generado en esta estructura en una fase avanzada del proceso de globalización. Dentro de estas dinámicas estructurales parecen prevalecer intentos soberanistas que desean desligar a las unidades nacionales de contrapartes supranacionales, lo que algunos autores llaman neomedievalismo (Arend, 1999), coexistiendo con una tendencia a integrarse a unidades internacionales mucho más grandes, como los bloques regionales o como llama Cooper (2005), los estados posmodernos. Estos cambios parecen ser una consecuencia no deseada de la glocalización, es decir, el asentamiento de características globales (mayor inmigración, producción económica transnacionalizada) a las realidades locales. Así, cada unidad apuesta a respuestas diferentes, teniendo en cuenta su identidad nacional y el impacto que la glocalización tiene en sus estructuras sociales (Ferrero, 2005; Mittelson, 2000; Arenal, 2001) Tanto Gran Bretaña como Argentina, como unidades nacionales, responden de manera relativamente reactiva a los cambios estructurales acaecidos y, para ello, constituyen estrategias de amortiguamiento para tales modificaciones.
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