Por Gustavo Insaurralde
En el día de ayer, la Plaza de Mayo se vio rodeada por una protesta inusual: productores del Alto Valle de Río Negro repartieron gratuitamente manzanas como señal de las condiciones poco beneficiosas en las cuales deben negociar sus precios.
Al analizar las distintas posiciones sobre el tema, saltan a la luz diferentes causas de la situación crítica del sector, especialmente coyunturales: distorsiones de precio generadas por las fluctuaciones en el tipo de cambio, la competencia foránea, sobre todo de Chile y el alto peso impositivo, en donde las contribuciones patronales son 10 veces más que las pagadas por otros competidores.
Es interesante analizar el caso de la exportación frutihortícola argentina como micro caso en el escenario más amplio de inserción internacional. Aunque tanto la pera como la manzana son productos competitivos como bienes transables, los pequeños productores poco se benefician de esta bonanza. En un mercado altamente concentrado, especialmente en la esfera de la distribución, los costos asociados a la producción tienden a medirse con las condiciones locales. En otras palabras, el productor es quien asume una mayor cantidad de riesgos ya que se ve afectado por el aumento de los costos locales asociados (patronales y servicios).
A su vez, las “economías regionales” no han recibido un tratamiento integral que pueda abarcar toda la complejidad de la problemática que aqueja al sector. La administración actual ha aplicado medidas paliativas que al corto plazo resultaron beneficiosas (como las modificaciones cambiarias, la eliminación a las retenciones o créditos blandos), pero no han dado respuesta a factores estructurales de gran peso, como dificultades para acceder al sistema bancario por parte de los pequeños productores, ineficacias con el régimen de la tierra, falta de inversión en bienes públicos como infraestructura y de sistemas eficientes de riego y un importante déficit tecnológico que afecta a las escalas más baja del proceso de producción. (FAO, 2007; de García, 2007; de Cao y Vaca, 2006) Si a esto sumamos variables globales como la apertura de la compra de divisas (lo que permite que la adquisición de productos importados resulte más fácil) el proceso recesivo regional y la ralentización china, el sector se ve negativamente afectado por la coyuntura.
Si la voluntad de reconvertir la estructura productiva en base a la inversión extranjera es uno de los objetivos de la actual administración, la producción frutihorticola, en particular, y la producción regional en general son un gran laboratorio donde se puede evaluar los éxitos y fracasos de tal objetivo. Es por ello que los problemas asociados a este tipo de productos se manifiestan como el escenario ideal para analizar los eventuales cambios materiales realizados en la inserción económica internacional argentina.