Por Gustavo Insaurralde
En la última semana el presidente Mauricio Macri participó del Coloquio IDEA en la ciudad de Mar del Plata, el cual aunó a una gran parte de la burguesía argentina. En este coloquio, el presidente instó “volver a las fábricas, a las empresas, reducir los costos y ofrecerles a los argentinos productos con mejores precios y de mejor calidad” y formalizó los sectores que potenciarían en una eventual reestructuración económica: campo, turismo, tecnología, servicios.
El planteo de reconversión económica cae en tierra fértil, especialmente en una administración que lleva a cabo una modificación del marco de alianzas en pleno auge. Esta modificación se ve vehiculizada mediante la recepción de inversión de grandes capitales “occidentales”, o de países de Norteamérica o Europa Occidental, mientras enfoca una integración entendida como plataforma de proyección global más que de protección de sectores industriales sensibles.
Si bien a simple vista las modificaciones parecen relativamente novedosas y buscan encarar un programa de modernización de la estructura económica, tal inserción genera muchas dudas. En primer lugar, porque los beneficios materiales de tales transformaciones todavía no tiene resultados a la vista y están basadas en promesas a sectores de dinamismo económico “tradicional”, como las industrias extractivas. A su vez, en un panorama recesivo, la apertura indiscriminada podría generar problemas en industrias poco competitivas en el mercado internacional pero grandes generadoras de empleo.
La competitividad es el gran problema, junto con la falta de complementariedad a la hora de formalizar estrategias de inserción de manera integral con los vecinos por condiciones estructurales (falta de infraestructura como causa primera). Ello explicaría el escepticismo de algunos sectores de la burguesía argentina, especialmente la más asociada a los humores del mercado interno, que observan como todas las estrategias están dirigidas a fortalecer los campos más dinámicos o relacionados a la innovación (textiles, automóviles)
La reconversión en estas áreas, como en otras, queda en el medio de una puja que, en última instancia, resulta ser redistributiva: se gana en competitividad, pero se pierden empleos. Se ganan mercados, pero se monopolizan el sector. El acuerdo general de tales empresarios es la inserción global es el próximo paso en un mundo donde la innovación crea nichos de mercado segmentados donde pueden insertarse.
De esta manera, a pesar del escenario eminentemente doméstico, el discurso de Macri en el coloquio de IDEA da cuenta de los desafíos de inserción global que la administración actual y la estructura económica afronta a su vez de interpelar sobre los diferentes escenarios que podrían abrirse de acuerdo a cada acción tomada.