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Foto del escritorObservatorio de Política Exterior Argentina

Las nuevas miradas sobre la integración regional

Por Gustavo Insaurralde

Esta semana, el Ministro de Producción, Francisco Cabrera, acompañado por otros funcionarios, viajó a Washington para encontrarse con su par norteamericana, Penny Priztker. Cabrera declaró que estaba interesado en promover un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos y, a su vez, ingresar en el Sistema General de Preferencias (SPG) para la exportación de bienes argentinos. No obstante, posteriormente a esta declaraciones, la Canciller Susana Malcorra aclaró que el libre comercio bilateral es una idea aspiracional ya que no hay ninguna negociación concreta relacionada al tema.

Como bien afirman Basso y Zelicovich (2016), la política exterior de Macri se inserta en un escenario de “convergencia sin diversidad”, en contraposición a la propuesta de “convergencia en la diversidad”, lanzada años atrás por la CEPAL que instaba al acercamiento del Mercosur con la Alianza para el Pacífico. De esta manera, la falta de convergencia responde a la realidad de las unidades estatales sudamericanas, quienes prefieren acercarse de manera unilateral a potencias extracontinentales en contraste con la voluntad de fortalecer posiciones comunes en bloques y foros regionales. Esto es notable en todas las unidades sudamericanas, las tradicionalmente liberales (los miembros de la Alianza del Pacífico) como los antiguos países del bloque bolivariano, plegados en su desempeño internacional por la falta de liderazgo claro. Nuestro país también parece seguir esta corriente de plegamiento centrífugo y el ejemplo de la semana pasada de Uruguay -con la anuencia del propio Macri para que el país vecino debatiera un acuerdo de libre comercio con China- es sumamente paradigmático.

Si se tuviera que hipotetizar sobre la razón de la posición de la actual administración sobre el tema, se podría aventurar que la inserción argentina responde a la ideología de la coalición gobernante (variable interna) o que constituye una respuesta estructural a los cambios sistémicos regionales y globales (variable externa). Como los fenómenos internacionales no responden solo a consideraciones estructurales y requieren de realineamientos domésticos para invitar la adaptación de los cambios globales, todo parecería indicar que el proceso es similar en todos los países de la región. No obstante, en un análisis de las posiciones de actores sociales con respecto a la Alianza del Pacifico en Brasil, Nitsch y Luciano (2016) explican las divergencias en la posición sobre el tema de diferentes sectores sociales. De esta manera, la gran burguesía intenta pergeñar un esquema similar al de la Alianza del Pacífico, porque la considera como una plataforma de inserción internacional hacia los mercados internacionales, especialmente los asiáticos y, por ello, desean flexibilizar el Mercosur. El análisis de los autores muestra que a cambios estructurales, no hay automaticidad en el consenso doméstico: existen amplios sectores sociales relevantes, especialmente la burocracia relacionada a los procesos de integración regionales, que acuerdan con los potenciales beneficios de estructuras laxas como la Alianza del Pacífico para fomentar los acuerdos de libre comercio, pero entienden que este tipo de estructuras deben mantener beneficios más simétricos en el comercio internacional, especialmente en áreas sensibles de la economía brasilera.

En última instancia, la convergencia sin diversidad como ejemplo de un escenario refractario y lleno de aproximaciones diferentes denota la importancia de grandes acuerdos sectoriales para tales modificaciones. Por ello, en un futuro requerirá de un obligado análisis regional y doméstico para comprender las implicancias y la eventual pertinencia, si es que existe, de este tipo de reestructuraciones.

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