Por Gustavo Insaurralde
Esta semana, el presidente Mauricio Macri realizó una visita de Estado a España, donde tuvo una nutrida agenda. A su vez, la paulatina disminución de los aranceles a los productos electrónicos importados resultó una de las noticias de la semana.
En la visita, el presidente y su comitiva aprovecharon para instar a la comunidad de negocios española a invertir en Argentina, luego de las tensas relaciones bilaterales debido a la nacionalización de Aerolíneas Argentinas. Además de este tema, Macri solicitó el apoyo del gobierno español para fomentar las negociaciones para una eventual firma de un tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur.
El impulso de fomentar acuerdos de libre comercio para el Mercosur nace de las dinámicas internas del propio bloque y de la coyuntura política actual. Dicha coyuntura podría funcionar como variable sistémica de estas modificaciones. En un reciente artículo publicado en “El Diplo Cono Sur”, Gabriel Puricelli explica que el Mercosur no ha podido perfeccionar la unión aduanera debido al alto número de perforaciones y excepciones al Arancel Externo Común (AEC). Además, como el Mercosur tiene un sesgo en la toma de decisiones debido a su sistema intergubernamental, la voluntad política es las que dinamiza el proceso de integración. Para el autor, en el anterior período sistémico, la voluntad política no combatió los problemas de la unión aduanera sino que los profundizó bajo un oneroso código único aduanero. No obstante, se crearon espacios que fortalecieron la institucionalidad y la identidad del Mercosur, aún cuando estos efectos fueran colaterales. A su vez, tales declaraciones y modificaciones sirvieron a los intereses coyunturales de sus socios más grandes, en especial Brasil. Todo esto parece explicar la aproximación de Macri hacia el bloque, entendida como una búsqueda de desarrollo hacia afuera. Para la política exterior macrista, pensar el Mercosur como una plataforma conjunta de inserción global implica el riego de “disolver el Mercosur en un espacio de libre comercio más amplio”.
La pregunta es: ¿Cuál es la relación del Mercosur con la apertura de las importaciones y la visita de Estado a España? La apertura a las importaciones ingresa dentro del tapujo distributivo en la estructura económica local: el interrogante se desenvuelve entre invertir en industrias de ensamblaje y poca tecnificación pero creadoras de empleos o subvertir el orden frente al equilibrio macroeconómico. La administración Macri parece elegir el segundo camino, como antesala para la recepción de capitales extranjeros que puedan dinamizar el producto. Esta sintonía que transversaliza la agenda internacional y la constriñe a una definición económica, apela a solventar ciertos déficits constitutivos tradicionales del capitalismo argentino.
Tanto la apertura de las importaciones, el vuelco de la política exterior a la caza de inversiones extranjeras o las negociaciones para el intercambio de ofertas para el libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea indican que el desarrollo se determinará con el afuera, fortaleciendo la dinámica centrípeta que caracterizan a la mayoría de las políticas exteriores sudamericanas.