Por Gustavo Insaurralde
El pasado jueves, el presidente Mauricio Macri se reunió con su par paraguayo, Horacio Cartes, para discutir una amplia gama de temas en la agenda bilateral. El presidente argentino resaltó la necesidad de incentivar la cooperación en temas energéticos, mediante la interacción de los sistemas binacionales y destacó la importancia de la lucha contra el crimen organizado, especialmente mencionando la trata de personas y el contrabando. Por su parte, el mandatario paraguayo realzó las oportunidades de la relación bilateral y se focalizó en la necesidad de fomentar el comercio intrabloque, la apertura de negociaciones con bloques internacionales como la Unión Europea y la ampliación de las hidrovías.
A primera vista, las agendas parecen remitir a distintas temáticas de la política exterior. Si la posición de la administración argentina es la de debatir temas de seguridad regional con su mención especial al crimen organizado, mientras tangencialmente remite a la integración energética, los temas de interés de Cartes están íntimamente relacionados a cuellos de botellas propios de la estructura económica paraguaya y a su complicada geopolítica: las perforaciones a los aranceles en el Mercosur, el transporte de la cargas o la liberación del comercio con otros países.
El patrón de acercamiento a los socios más pequeños y limítrofes de Argentina parece fruto del impulso liberalizador de la actual administración ya que responde a las necesidades estructurales de una dinámica integradora que no logra suplir las disparidades productivas y de participación existentes. Es por ello que si bien la agenda de acercamiento incluye temáticas de seguridad regional, no fue casual que la temática energética fue tangencialmente mencionada, clave en la agenda bilateral.
Este acercamiento no sólo incluye a Paraguay sino que también en la misma semana incluyó una reunión bilateral de la propia canciller a la Isla Martín García para impulsar la cooperación entre nuestro país y el vecino Uruguay. Temáticas de vital importancia para la agenda exterior uruguaya fueron abordadas -el dragado del canal Martín García para la ampliación de la hidrovía mercante, temática polémica durante la administración kirchnerista en la relación bilateral, o el fomento del turismo- intentando canalizar el acercamiento a sus pares.
Además de la necesidad de entablar relaciones cordiales con nuestros vecinos, el interrogante que se abre es si tal intención parece devenir de una necesidad estratégica o de una causal coyuntural, más vinculada a las futuras negociaciones del Mercosur con la Unión Europea. Esto no quita el carácter fundamental de tales relaciones, pero nos interpela sobre la necesidad de conocer la profundidad de las bases que fomentan tal cooperación regional.