Por Gustavo Insaurralde
Esta semana el Embajador francés en Brasilia, Michel Miraillet, constató que la firma del tratado de libre comercio entre la UE y el Mercosur se podría ver afectado por la contaminación de productos cárnicos de Brasil. El embajador Miraillet hacía referencia al operativo Carne Debil llevado por la Polícia Federal do Brasil, quien investiga a grandes grupos de exportación con alta presencia de productos en descomposición. A pesar de que no haya una referencia explícita a la Argentina, estas declaraciones afectan la política exterior argentina por antonomasia, debido a que profundiza la negativa francesa a avanzar en la liberalización de este sector. A su vez, esta semana, los principales negociadores del acuerdo, la Secretaría de Relaciones Exteriores Internacionales y la de Secretaría de Mercados Agroindustriales, de Cancillería y Agroindustria respectivamente, comparecieron frente a la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de la Nación.
La liberalización del comercio agrícola con los socios europeos es uno de los temas esenciales de la agenda exterior argentina. Francia es uno de los principales obstáculos para la firma de un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea pues quien considera que la apertura de los mercados agrícolas atenta contra su propia política agrícola, intrínsecamente asociada a una fuerte política de subsidios y de desarrollo local.
El presidente francés, Emmanuel Macron, con fuertes improntas europeístas, considera que la famosa Política Agrícola Común (PAC) europea no solo debe mantenerse sino que fortalecerse haciéndola más ágil y tendiendo a fortalecer la matriz agroecológica y de producción orgánica. La crisis cárnica brasilera fortalece la posición francesa de obstaculizar el ingreso de productos primarios provenientes de potencias agrícolas como Brasil y Argentina, segundo y tercer proveedor de alimentos del bloque respectivamente según datos de la Comisión de Agricultura de la UE, considerando sus producciones como nocivas para la salud ya que no siguen los parámetros de producción agroecológicos europeos.
Como hemos mencionado reiteradas veces, el área rural en Francia es un sector político poco desdeñable. Según estudios del Centro de Investigaciones Políticas de la Escuela de Altos Estudios Políticos de Paris (Sciences Po), el sector rural es uno de los sectores con mayor influencia política pero cuyos números de participación política, teniendo en cuenta la participación en votaciones generales, han bajado desde los años 2000. Estos datos fueron leídos por el presidente Macron quien, en la formulación de sus lineamientos de política europea, busca fortalecer a nivel comunitario las políticas vinculadas al terroir (producciones poco intensivas, altamente tecnificadas y con estrictas certificaciones de origen) junto la profundización de la política de subsidios y desarrollo local de la política agrícola común, que parece un espejo de las necesidades francesas.
Aunque las sinergias políticas entre los socios mayoritarios del Mercosur ayuden a impulsar la liberalización del bloque o su lanzamiento como plataforma de inserción internacional, lo cierto es que el panorama se denota cada vez más difícil. Sumado a ello, las disimilitudes en políticas laborales de estos dos socios y la intensa vinculación extra regional de los dos países, con Argentina hacia Estados Unidos a la cabeza, pueden ejercer limitaciones estructurales que limiten la capacidad de fortalecer una posición de bloque común.