Por Antonela Busconi
La Resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas reafirma el importante rol de la mujer en la prevención y resolución de conflictos, en las negociaciones de paz y en los procesos de construcción y mantenimiento de la paz. Además, insta a los Estados miembros a que aumenten la representación de la mujer e incorporen una perspectiva de género en todas las esferas de la consolidación de la paz.
Argentina como miembro no permanente (1999-2000) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas fue uno de los promotores de esta Resolución, manteniendo una participación activa en las negociaciones previas y en las consultas realizadas para la posterior adopción de la misma. Así también, forma parte del grupo ad hoc denominado “Amigos de la 1325” cuyo objetivo es promover la aplicación de esta Resolución así como de las siete Resoluciones posteriores que la complementan. A nivel regional, el estado argentino ha promovido la inclusión de la temática mujer, paz y seguridad en la agenda de temas de la Reunión de Ministras y Altas Autoridades de la Mujer (RMAAM) del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), con el fin de acordar acciones conjuntas entre los Estados miembros en esta materia.
A la par de estas acciones, Argentina experimentó un importante avance en cuanto a la participación de mujeres en los espacios de toma de decisión. A partir del año 2006 la presencia de una mujer en el Ministerio de Defensa bajo la conducción de Nilda Garré, actuó como un factor desencadenante para canalizar los cambios ligados principalmente al funcionamiento del Ministerio de Defensa y de las Fuerzas Armadas, a la profundización de mecanismos de control civil sobre la esfera militar, a las reformas internas dentro del ministerio y de las Fuerzas Armadas, y a la incorporación de una perspectiva centrada en torno a los derechos humanos y la equidad de género. Mediante las resoluciones 849 y 1435 se cambió la regla que no permitía los embarazos ni el reconocimiento de hijos a las y los cadetes al momento de su ingreso y durante su período de estudio. Un año después se formalizó un Observatorio de Género dentro de las Fuerzas y se creó el Consejo de Políticas de Género, un equipo formado por militares, académicas especializadas en género, representantes de organismos gubernamentales y ONGs.
Estas políticas se consolidaron con la aprobación del Plan Nacional de Acción de la República Argentina para la Implementación de la Resolución 1325 por decreto presidencial en septiembre de 2015. Entre sus objetivos se establece incrementar la presencia de mujeres en misiones de paz y de asistencia humanitaria; aumentar la participación política de mujeres en los procesos de negociación de paz, manejo de conflictos y en organismos nacionales e internacionales en materia de defensa y seguridad; incluir la perspectiva de género en actividades de educación formal e informal vinculados a asuntos de paz y seguridad y; proteger los derechos humanos de las mujeres y niñas en países en conflicto y posconflicto principalmente frente a toda clase de violencia.
El escenario de las Operaciones de Mantenimiento de la Paz de Naciones Unidas (OMP) refleja lo que ocurre en los distintos espacios de las Fuerzas Armadas en la región sobre todo en cuanto a la participación de las mujeres y los roles que las mismas ocupan en las Fuerzas. Precisamente, la presencia de mujeres en operaciones de paz está determinada primero por la inserción de mujeres en las fuerzas armadas.
En Argentina, el incremento de la incorporación de mujeres a las Fuerzas Armadas estuvo acompañado de un aumento de su participación en OMP. La primera mujer argentina en ser partícipe de una misión de paz fue la Cabo Cisneros en el año 1992 en UNMIBH (Croacia). Desde entonces, 458 mujeres participaron en operaciones de paz como tiradoras, conductoras, médicas, entre otras funciones. Para el año 2010, Argentina contaba con 9 mujeres militares participando en la misión de paz de Chipre (UNFICYP) y con 31 en la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH). Su inclusión es importante debido a que influye en la capacidad de los contingentes para generar confianza en la población local. Son además actores con capacidad de negociación, con un destacado rol en actividades de diplomacia preventiva, tienen un desempeño efectivo en los procesos de reunificación familiar y en el proceso de acercamiento a la población principalmente a través de las fuerzas civiles policiales de Naciones Unidas.
Asimismo, la necesidad de incorporar la perspectiva de género en el desarrollo de las operaciones de paz permite visibilizar cómo los conflictos armados tienen impactos de género específicos así como la capacidad de mujeres de todo el mundo para articular propuestas de paz y generar confianza en la población afectada. El papel de las mujeres peacekeepers resulta entonces clave ya que ellas permiten un acercamiento a las mujeres que han sido víctimas de violencia que no sería posible con los efectivos varones. Además, son una inspiración para otras mujeres que les permite pensar que ellas también pueden llegar a ocupar cargos de liderazgo, constituyéndose así en un mecanismo de empoderamiento.
La aplicación doméstica de lineamientos con perspectiva de género de organizaciones internacionales contribuye a la construcción de una agenda feminista en la política exterior de los Estados. Es de suma relevancia que Argentina continúe profundizando estos lineamientos a fin de contribuir a la construcción y consolidación de la paz y seguridad internacionales, sobre la base de que el liderazgo de las mujeres es imprescindible para lograr una paz duradera.