Por Paola Zárate
Las Relaciones Internacionales a lo largo de su trayectoria como disciplina académica han enfrentado el reto del cambio, es decir, la necesidad de dar respuestas a las diversas problemáticas internacionales que surgen con el progreso de la vida social y las tecnologías.
La política exterior y la diplomacia han sido afectadas, también, por el fenómeno de la revolución digital que algunos pensadores contemporáneos califican como la cuarta Revolución Industrial. El fenómeno que está en el centro de esta revolución es Internet. Las relaciones entre los Estados y el sistema internacional, en general, no se ubican al margen de las transformaciones producidas por la red global, como la inmediatez de los mensajes e interacciones, y el derrumbe de las barreras físicas y temporales. Por tanto, no es de extrañarse que la formulación de la política exterior y la diplomacia también se vean afectadas por Internet y sus diversas variantes. Dichos ámbitos de acción tradicionalmente marcados por el secreto y el protocolo, hoy enfrentan las exigencias de transparencia, claridad, inmediatez y publicidad que involucra el uso de redes sociales como Twiter, Facebook, Instagram o Youtube. Al mismo tiempo, el servicio diplomático mantiene sus pilares: representar, negociar, informar, proteger y promover los intereses de su Estado ante terceros, pero el ejercicio de dichas funciones ya se realiza de forma muy diferente. Desde Barak Obama, quien fue el primer líder mundial en tener una cuenta en Twitter, a partir del 5 de marzo del 2007 siendo aún Senador, en adelante, lideres de todo el mundo ya sean políticos, sociales o culturales utilizan esta red. Los fines incluyen comunicarse, gestionar, armar redes y sentar sus posiciones sobre los diversos temas de actualidad de forma instantánea con llegada a millones de personas. Muchas Cancillerías de diversos países han incluido el uso de redes sociales y de herramientas propias de Internet para insertarse en el nuevo paradigma de la diplomacia del siglo XXI. La importancia de Twitter como plataforma de comunicación digital gubernamental parece incuestionable. Según el más reciente estudio de Twiplomacy, dicha red social se ha consolidado como la preferida por los gobiernos y los Ministerios de Relaciones Exteriores. A este reto se han sumado líderes del mundo entero. El estudio de Twiplomacy de 2017 entrega información sobre 856 cuentas de Twitter de autoridades políticas de 178 países, con una audiencia combinada de 356 millones de seguidores. Los líderes más populares medidos por este estudio son Donald Trump, el Papa Francisco, y el primer ministro de India, Narendra Modi, con más de 30 millones seguidores cada uno. Todos los gobiernos de Europa y 19 de los líderes del G20 tienen una cuenta activa en Twitter (solo la canciller alemana Angela Merkel no se ha sumado a esta tendencia). En Latinoamérica, todos los gobiernos, excepto el de Nicaragua, son parte de la red social. El presidente Mauricio Macri, tanto como el actual canciller Jorge Faurie son activos usuarios de Twiter, mediante el cual dejan sentadas sus posiciones en materia de política exterior y promueven las acciones realizadas en la materia. Así, el uso de estos medios digitales, no solo genera información que antes resultaba de difícil acceso, sino que promueve una vinculación e interacción con la sociedad con un área de la política que estaba un poco alejada, como es la política exterior. La presencia en las redes no sólo implica presentación de datos, también significa escuchar las opiniones de la sociedad, visualizar tendencias, prevenir posibles problemas y actuar con rapidez. La llamada e-diplomacy puede ser de gran utilidad para llevar adelante objetivos de política exterior y llegar a un público más amplio. Sin embargo, no se puede dejar de mencionar su utilización como guerra de propaganda entre grupos de países, como sucede hoy con el posicionamiento de los diversos estados con respecto a la situación en Venezuela. Asimismo, la invasión de fake news (noticias falsas) difundidas por diversos medios con el objetivo de desinformar y confundir a la opinión pública. La Twitplomacia también ha llevado a confrontaciones visibles a lo largo del planeta. Por ejemplo, Argentina, Chile y Reino Unido estuvieron a punto de romper relaciones en el 2012 cuando el embajador del Reino Unido en Chile, Jon Benjamín, publicó un Tweet en donde se burlaba de Argentina, al referirse a sus intentos por recuperar las islas Malvinas. En este sentido, se vislumbra que no es necesario sólo tener presencia en las redes sociales sino saber como interactuar en ellas ya que puede tener efectos contrarios. El debate está abierto y la utilización de las oportunidades digitales conlleva avances positivos en el involucramiento de más actores sociales al ámbito internacional con la posibilidad de influir en el diseño de las políticas o influenciar actores para lograr apoyos internacionales en diversos ámbitos. Un claro ejemplo es la difusión de las medidas concretas a llevar a cabo para contribuir en la lucha contra el cambio climático y la concientización mundial ante el fenómeno acuciante de la inmigración, entre otros temas. Mucho queda por llevar adelante, como el avance de las lideres femeninas en este campo, ya que el prototipo de liderazgo masculino sigue imperando. En todas las listas y categorías solo hay tres mujeres líderes que destacan en redes sociales: Sushma Swaraj (@SushmaSwaraj), ministra de exteriores de India, la reina Rania de Jordania (@QueenRania) y la reina Isabel II (@RoyalFamly). En Argentina hay diversos actores y representantes de organizaciones sociales, civiles y políticas que no participan en redes sociales, lo que resta a la pluralidad de voces en el diseño e implementación de la política exterior. La e-diplomacy permite pensar que esta política tradicional puede salir del ostracismo de las cumbres a puertas cerradas para interactuar con la sociedad, dada su naturaleza de política publica que representa al Estado en su conjunto.
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