"Relaciones Argentina-Ucrania: favorecida por lazos migratorios y posteriormente condicionada por el conflicto con Crimea"
Por Oriana Cherini
La Política Exterior Argentina (PEA) respecto a Ucrania fue favorecida, en un primer momento, por las corrientes migratorias hacia Argentina que datan de 1897, llegando a más de 6.000 habitantes ucranianos en suelo argentino a principios del siglo XX.
Sin embargo, las relaciones diplomáticas entre ambos países tuvieron su comienzo oficial con el reconocimiento, en 1921, de la independencia de la República de Ucrania respecto a los imperios austro-húngaro y ruso, luego de la primera guerra mundial. Argentina fue, en ese contexto, el único país latinoamericano en realizar dicho reconocimiento (Pomirko, 2010).
No obstante, la relación se vio afectada cuando Ucrania fue incorporada a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) desde 1922 hasta 1991, momento en que se declaró independiente nuevamente con el consiguiente reconocimiento argentino en el mismo año. A partir de los años noventa, se abrió la Embajada de Ucrania en Argentina y se fomentaron las relaciones bilaterales de cooperación en diversas áreas: agropecuaria, minera, espacial y nuclear, entre otras. También se desarrollaron rondas de negocios; se creó un Grupo de Trabajo para diversos proyectos de cooperación técnicos; se trabajó conjuntamente en la estación científica ucraniana de Antártida y se tradujeron obras clásicas al ucraniano como el “Martin Fierro”.
Posteriormente, entre 2008 y 2010, debido a impactos externos como las inundaciones ucranianas (2008) y la ola de gripe en Ucrania (2009-2010), la PEA evidenció un cambio de programa respecto a dicho país (Gámez, 2005). Esto significa que se incorporó el objetivo de ayuda humanitaria en la relación bilateral, debido a acontecimientos externos de gravedad (Pomirko, 2010). En consecuencia, las relaciones que hasta ese momento habían sido de cooperación cultural, científica y técnica, principalmente, viraron hacia el área de la ayuda humanitaria.
Por otra parte, las relaciones internacionales de Ucrania fueron condicionadas a partir de los acontecimientos internos que abatieron al país en 2013, debido a la decisión del presidente Yanukovich de posponer la firma del acuerdo de asociación de Ucrania a la Unión Europea. A esto se sumó el conflicto de Crimea desde el año 2014, cuando agrupamientos pro-rusos de Crimea exigieron la adhesión de la República de Crimea y de la ciudad de Sebastopol como sujetos federales de la Federación Rusa (Koronelli, 2014).
Conflicto que la Federación de Rusia ha buscado justificar en el sistema internacional logrando el apoyo de sus socios y evidenciando su rol de potencia, es decir, un estado que establece reglas de juego y que dispone de recursos y es capaz de movilizarlos para defender dichas reglas (Barbe, 2007). Ante esto, se puede considerar que las relaciones bilaterales con Ucrania se vieron afectadas ya que, por ejemplo, Argentina se abstuvo en la votación por la resolución promovida por Ucrania para reafirmar su unidad e integridad territorial, en marzo de 2014.
Dicho aspecto, debe analizarse en el contexto de sintonía política con la Federación de Rusia y el mandato de Vladimir Putin, ya que las relaciones ruso-argentinas desde el segundo año del mandato de Mauricio Macri, se han fortalecido y profundizado, debido a la cooperación bilateral comercial y financiera, el apoyo ruso en la búsqueda del ARA San Juan y la colaboración rusa en el desarrollo del G20, entre otros. En consecuencia, se considera que el conflicto ruso-ucraniano y el acercamiento ruso-argentino, afectaron aún más las relaciones de Argentina con Ucrania, principalmente teniendo en cuenta la cuestión de Crimea.
Recientemente, el pasado 21 de abril, ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales ucranianas Volodymyr Zelenski, actor y cómico sin experiencia política previa conocida. Ante lo cual, ni el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, ni el presidente argentino, Mauricio Macri, han emitido declaración alguna. Es por esto, que se abre el interrogante de cómo serán las relaciones bilaterales con Ucrania a partir de este cambio de gestión. No caben dudas, sin embargo, que teniendo en cuenta los antecedentes de las relaciones ruso-argentinas de los últimos años, la postura rusa frente a Ucrania influirá en mayor o menor medida, en la vinculación de Argentina con el país presidido por Zelenski. Nos preguntamos si hay, en tal sentido, algún margen para la autonomía que no signifique hacer peligrar la delicada relación con Rusia, teniendo en cuenta la búsqueda de desideologización de la Política Exterior consignada por la gestión macrista desde 2015.