Por: Hebe Lis Navarro
El ajetreado panorama político-partidario de América Latina vuelve a presentarse como una opción para el análisis de las tendencias políticas, económicas y de reformas sociales de la región.
En el amplio espectro de la “izquierda”, las ideas sobre el postneoliberalismo y el llamado “retorno del Estado” aparecen como elementos insoslayables de diferentes interpretaciones y análisis sobre esta tendencia política (Stoessel, 2014). La izquierda latinoamericana que a principios del presente siglo supo representar una posición bastante inequívoca en lo que se denominó el “nuevo giro a la izquierda”, vio perder su hegemonía afirmada frágilmente en la figura de los ejecutivos y, aún más, frente a las crisis económicas, varios escándalos de corrupción y acciones desestabilizadoras incentivadas tanto desde afuera como desde dentro de los regímenes de gobierno. Argentina no escapó de esta situación y también viró hacia la derecha con la asunción de Mauricio Macri a la presidencia. Ahora, el país se reconoce como parte de los gobiernos “progresistas”, sin embargo, la representación argentina se encuentra en un permanente juego de afirmación de su visión ideológica entre la práctica y el discurso; entre la amistad y la cercanía con quienes coinciden con dicho pensamiento y el enfriamiento y distanciamiento con quienes conforman el ala de la derecha conservadora en la región.
Una lectura de los últimos sucesos muestra que el ejecutivo de Argentina se desenvuelve en un espacio que se presenta más afín a su visión integradora sobre la región. Desde Bolivia y México, donde la izquierda y las propuestas antiestablishment han vuelto al poder, pasando el estallido social y movilizaciones en Chile y Perú y los intentos de construcción política alternativa en Brasil o Colombia, el proyecto progresista intenta resurgir. No sin grandes desafíos en un contexto marcado por la pobreza, la crisis económica y la pandemia.
En México, este fenómeno en torno a las nuevas izquierdas, está representado en el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) creado por López Obrador. El MORENA y sus aliados se contraponen a la alianza de los partidos tradicionales (PAN-PRI-PRD), adversos y conciliados entre sí. En las últimas elecciones de medio término, López Obrador ganó a la oposición 10 gobernaciones lo cual les permitirá controlar 16 estados, es decir, la mitad del país. También triunfaron en las elecciones para diputados obteniendo 280 bancas sobre 500, todo lo cual le permitió mantener la mayoría en la cámara de diputados. Desde este extremo de América, México se avizoraba como un aliado para construir un eje latinoamericano de signo progresista, basado en las buenas relaciones entre el presidente argentino, Alberto Fernández (AF), y su homólogo mexicano, AMLO (Pasquet, 2020). La última expresión de concordia fue la decisión de las correspondientes cancillerías de emitir un comunicado conjunto sobre los acontecimientos relacionados con Nicaragua, destacando la no intervención en sus asuntos internos en el marco del respeto de los Derechos Humanos y las libertades civiles y políticas (OPEA, Informe N°612).
En Perú aconteció el triunfo de Pedro Castillo, quien asumió el 28 de julio como presidente. Referente de la izquierda rural, líder de las rondas campesinas que se reivindica mariateguista, Castillo se dice seguidor de los conceptos del dirigente comunista que planteara mirar el marxismo con ojos latinoamericanos. Para dichas elecciones en Argentina fueron habilitados nueve colegios electorales y votaron más de 143.189 ciudadanos peruanos residentes (OPEA, Informe N°603). El presidente argentino reconoció la victoria de Pedro Castillo aún antes de que se conociera el resultado oficial. A raíz de esto, la cancillería peruana envió una Nota de Protesta al embajador de la Argentina, estableciendo su queja formal frente a la congratulación anticipada del mandatario argentino (OPEA, Informe N°611).
En Chile, las luchas que protagonizaron los sectores más marginados y los estudiantes por fuera de las estructuras tradicionales de la izquierda y el progresismo culminaron con el llamado a una nueva constituyente, en reemplazo de la actual formulada hace 40 años a voluntad de Pinochet y que no pudo ser cambiada ni siquiera durante los gobiernos socialistas. El respaldo de Argentina fue inmediato ante los intentos de superar los vestigios del pinochetismo, teniendo en cuenta que los militares como Walther Klug Rivera, detenido recientemente en la Ciudad de Buenos Aires en cumplimiento de una alerta roja de INTERPOL (OPEA, Informe N°611) todavía deben un debido proceso de investigación y condena por violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.
Del mismo modo, en las masivas movilizaciones ocurridas en toda Colombia, aparece en la resistencia un fenómeno similar. En este caso, la delegación humanitaria argentina denunció "prácticas propias de un estado terrorista" (OPEA, Informe N°610), a tiempo que el presidente Alberto Fernández expresó su preocupación por la “represión” desatada, y solicitó a su par Iván Duque el cese de la “violencia institucional” en dicho país. Frente a lo cual el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, decidió rechazar enfáticamente las declaraciones del presidente argentino sobre la crisis que atraviesa el país, considerándola una “intromisión arbitraria” que “alimenta la polarización” en la región (OPEA, Informe N°607).
El panorama se torna optimista para la izquierda si pensamos en un Brasil con mayores certezas acerca de la posibilidad de que Luiz Inácio Lula Da Silva sea candidato y su muy posible vuelta a la presidencia. Al respecto resta decir que los vínculos entre el kirchnerismo y el expresidente brasileño se fueron afianzando en el transcurso de los últimos años acentuando su afinidad ideológica a través de distintos marcos. En las últimas semanas se firmó un convenio de cooperación entre el Instituto Patria y el Instituto Lula en donde celebró un acuerdo para formar a dirigentes políticos y sindicales de la región (OPEA, Informe N°606).
Asistimos, entonces, a un panorama político matizado, donde los gobiernos se autodesignan o son designados del ala izquierda, de centro-izquierda o progresistas, sin ser del todo de la izquierda tradicional que tenía el eje en la lucha de clases, ni tampoco de la centroizquierda, ni de la social democracia; sino que parece tener un anclaje más bien popular para canalizar la voluntad de cambio. Finalmente, en este contexto regional de ideologías redefinidas se evidenció un discurso en algunos casos dubitativo, con mayores precisiones en los actos, pero con algunos trastabilles en sus pronunciaciones. El desafío reside en afirmar la política exterior argentina interpelando a la izquierda con la agenda de los derechos sociales y con estrategias que estén al compás del discurso, sin abandonar la búsqueda de concordia y consenso que ha caracterizado a la representación nacional en los foros internacionales y, principalmente, regionales.
Referencias:
Informe de Política Exterior Argentina Nº603. Semana 15/04/21 al 21/04/21. Observatorio de Política Exterior Argentina (OPEA).
Informe de Política Exterior Argentina Nº606. Semana 06/04/21 al 12/05/21. Observatorio de Política Exterior Argentina (OPEA).
Informe de Política Exterior Argentina Nº607. Semana 13/05/21 al 19/05/21. Observatorio de Política Exterior Argentina (OPEA).
Informe de Política Exterior Argentina Nº610. Semana 03/06/21 al 09/06/21. Observatorio de Política Exterior Argentina (OPEA).
Informe de Política Exterior Argentina Nº611. Semana 10/06/21 al 16/06/21. Observatorio de Política Exterior Argentina (OPEA).
Informe de Política Exterior Argentina Nº612. Semana del 17/06/21 al 23/06/21. Observatorio de Política Exterior Argentina (OPEA).
Pasquet, Melina (2020) “Buenos Aires-México D.F.: ¿El nuevo eje latinoamericano?”. Columna de Opinión, Observatorio de Política Exterior Argentina (OPEA), 16 de septiembre de 2020.
Stoessel, Soledad (2014) “Giro a la izquierda en la América Latina del siglo XXI”, Polis Revista Latinoamericana, núm.39.
Touraine, Alain (2006) “¿Existe una izquierda en América Latina?”. Revista Nueva Sociedad, núm. 205, septiembre-octubre 2006.
Comments