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Foto del escritorObservatorio de Política Exterior Argentina

La política argentina “a largo plazo”: a 60 años de la firma del Tratado Antártico

Gabriela Leonardelli


La Argentina, un país que ha atravesado diversas crisis cíclicas, económicas pero también políticas, desarrolló pocas políticas de Estado que se han mantenido a través de las diferentes gestiones gubernamentales. Entre estas, podemos encontrar algunas reivindicaciones sobre el Atlántico Sur que han sido sostenidas en el tiempo, principalmente el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgia y Sándwich del Sur (aunque con importantes matices), y también, sobre la Antártida.

Respecto a la cuestión antártica, la misma no solo aparece como un tema de agenda, sino que además podría afirmarse que Argentina tuvo un rol pionero y activo en lo que se refiere a este territorio que se ubica al sur del paralelo de los 60° S (Colacrai, 2018). Esto puede sostenerse a partir de que nuestro país instaló una base meteorológica en 1904, siendo la primera permanente en este territorio, y donde actualmente administra trece bases, de las cuales seis son permanentes, y el resto son temporales que solo funcionan en el verano.

Para entender la complejidad de los reclamos de soberanía en la Antártida, hay que referir el Tratado Antártico, firmado en 1959, que significó un acontecimiento destacable en plena Guerra Fría. En el primer artículo de este Tratado, se declara que la Antártida se utilizará exclusivamente para fines pacíficos; en tanto que en el artículo IV se encuentra una salvaguarda de las reivindicaciones de soberanía, que se conoce como el “congelamiento” de los reclamos. De esta manera, se dispone que nada en el Tratado ni en las actividades llevadas a cabo, podría ser interpretado como una renuncia o menoscabo de los derechos de soberanía (Tratado Antártico, 1959). Actualmente, a 60 años de la firma del Tratado, este tiene un total 53 partes, de los cuales 29 son partes consultivas (es decir que tienen voz y voto), y el resto son adherentes.


Argentina es parte consultiva desde el inicio del Tratado, y entre las contribuciones y el rol que ocupa nuestro país en el Sistema del Tratado Antártico, puede mencionarse que tras diez años de negociaciones, el Acuerdo de Sede permitió que la Secretaría Permanente del Tratado Antártico se situara en Buenos Aires, siendo inaugurada la misma en 2004. Además, Argentina es el país que más veces ha sido sede de la Reunión Consultiva del Tratado Antártico, sumando un total de cuatro ocasiones: 1962, 1981, 2011 y 2018.


Lo expuesto hasta aquí permite entrever el rol protagónico de nuestro país en el marco del Tratado Antártico, un mecanismo multilateral en el que nuestro país no se limitó a seguir a otros actores, sino que ha tenido cierto poder de iniciativa. Esto también se puede apreciar en proyectos propios, como en el área de investigación, incluso con hitos anteriores a la firma del Tratado Antártico. Entre estos está la creación del Instituto Antártico Argentino en 1951, como un organismo científico tecnológico, que pasó a depender de la Dirección Nacional del Antártico tras la creación de ésta última, y que a su vez ésta se encuentra actualmente bajo jurisdicción del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto desde 2003.


En lo relativo al reclamo de soberanía, de momento “congelado” por el Tratado, Argentina reivindica derechos sobre el sector definido por el paralelo 60º Sur y el Polo Sur, y los meridianos 25º y 74º de longitud Oeste, que se corresponden con los límites extremos longitudinales de la Argentina. No obstante, cabe aclarar que este reclamo territorial se superpone con los territorios reivindicados por Chile y Reino Unido. Asimismo, Argentina forma parte de la Patrulla Antártica Naval Combinada con Chile, y también ambos países comparten ciertas estrategias de cooperación en el territorio Antártico; sin embargo, las relaciones con Reino Unido distan de ser similares, en gran medida como producto de la disputa por la soberanía de las Islas Malvinas, Georgia y Sándwich del Sur.


Nuestro país fundamenta su reclamo sobre este sector en varias razones, como por ejemplo la contigüidad geográfica y geológica con el territorio argentino; la instalación y ocupación permanente de bases antárticas y el desarrollo de actividad científica por más de un siglo; la herencia histórica de España, entre otras. No obstante, se podrían plantear serios cuestionamientos acerca de si nuestro país tiene los medios, tanto materiales como económicos, que resulten funcionales a este reclamo. La degradación de los medios navales argentinos fue potenciada desde el incendio del rompehielos ARA Almirante Irízar en 2007 (cuya reparación finalizó 10 años después), que hizo que el país dependa de la contratación de medios navales extranjeros. Tampoco se puede dejar de mencionar el caso del submarino ARA San Juan, desaparecido en 2017 y encontrado un año después.


Por otra parte, desde un aspecto simbólico, a partir del 2010 se formalizó el uso del mapa de la Argentina bicontinental, que muestra al Sector Antártico en proporciones reales (Cimbaro, 2014). Un primer paso fue su inclusión en el mapa argentino en la época de Perón, sin embargo, esta “superposición” no permitía tomar una dimensión realista del espacio.


Mucho más se podría profundizar sobre la Antártida: no solo sobre cuestiones de soberanía e investigación científica; sino también sobre medio ambiente y recursos, respecto a los cuales hay varias convenciones firmadas entre 1980 y 1991, que forman parte del Sistema del Tratado Antártico. Otro punto que aparece en auge es el turismo, que es una de las principales actividades comerciales del territorio junto a la pesca.


A 60 años de la firma del Tratado Antártico, se pueden apreciar y valorar las sostenidas actuaciones argentinas sobre este espacio. Sin embargo, quedan aún muchos desafíos, no solo en cuanto a lo material y económico, sino también respecto a lo identitario; por ejemplo, en cómo lograr que los argentinos puedan pensar al Atlántico Sur a la par de la Patagonia, la Pampa, la Cordillera o las Cataratas. En identificarnos no sólo con la tierra, sino también con el mar. Al mismo tiempo, es importante fomentar el estudio de estas áreas en las escuelas y en las universidades, donde sigue siendo un tema marginal.


Referencias

Cimbaro, S. R. (2014). Cartografías del poder, geopolítica del conocimiento. Una nueva visión de la cartografía desde el Instituto Geográfico Nacional. Ministerio de Defensa. Disponible en https://ccatlas.org.ar/wp-content/uploads/2019/09/Cimbaro-2014.pdf

Colacrai, M. (2018). La argentina y sus intereses antárticos. Proyecciones de su accionar en un contexto complejo. Voces en el Fénix, nro.67, pp. 138-145. Disponible en: www.vocesenelfenix.com

Tratado Antártico (1951). Disponible en https://documents.ats.aq/keydocs/vol_1/vol1_2_AT_Antarctic_Treaty_s.pdf

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