Por Oriana Cherini*
No es una novedad que la Política Exterior Argentina (PEA) hacia la Federación de Rusia tiene años de desarrollo (Galea, 2012).
A comienzos del siglo XXI, Argentina llevó a cabo una apuesta estratégica hacia países considerados emergentes, como los BRICS. Particularmente, se evidenció la necesidad de potenciar y fortalecer la relación con Estados cuyo rol en el balance de poder mundial se había transformado en los últimos años (Miguez, 2016). En cuanto a la PEA hacia Rusia, se podría decir que hubo dos factores que posibilitaron esta situación: la nueva estrategia de Rusia hacia América Latina; y el contexto latinoamericano sociopolítico del siglo XXI. El primer factor se vio favorecido debido a la transición de la Federación de Rusia hacia la economía de mercado y la democracia, luego de la implosión de la URSS y la crisis de los ’90, dado que la “sociedad rusa comenzó a descubrir la cercanía de la problemática del desarrollo socioeconómico de su país con la de las naciones latinoamericanas. Aún más: resultaba claro que en América Latina se habían encontrado algunas soluciones productivas a problemas parecidos. Así, Rusia asumió el potencial de la relación, no solamente en términos económicos sino también en lo tecnológico. Hoy predomina la idea de que es posible elevar cualitativamente la colaboración con los países latinoamericanos” (Davydov, 2010:8).
También se debe tener en consideración, como segundo factor, el recambio político latinoamericano, del cual Argentina fue parte. Los nuevos gobiernos considerados progresistas, generaron una serie de transformaciones tanto domésticas como internacionales, lo cual impactó en los socios internacionales con quienes se vinculaban. Asimismo y en consecuencia, la Política Exterior Argentina, a partir del 2003, implicó que: “los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández –en términos políticos y diplomáticos– se destacaron por su creciente alejamiento de los Estados Unidos; su acercamiento a países de la región sudamericana y la apuesta por un nuevo orden regional; la profundización de los vínculos con China y con Rusia (...) Ello constituye, sin lugar a dudas, una transformación respecto de la última década del siglo XX (...)” (Miguez, 2016:127). Dicha profundización de vínculos se llevó a cabo, principalmente, a través de uno de los lineamientos de la PEA, que es la cooperación internacional, ya que: “a través del diálogo y la búsqueda de complementariedades, es posible generar resultados de impacto social, económico y ambiental que redundan en el bienestar y el progreso de nuestras sociedades” (MRECIC, 2021).
De este modo, comenzó “una nueva era en las relaciones bilaterales entre Argentina y la Federación Rusa caracterizadas por el comercio exterior y la cooperación” (Cherini, Figuerero Minetti, Albini, 2019: 5). En consecuencia, en 2015 se firmó una declaración según la cual las relaciones bilaterales tienen el carácter de asociación estratégica integral, como resultado de la labor diplomática. “Dicha declaración posee como principales ejes: apoyo al multilateralismo; cumplimiento al tratado de Tlatelolco; el derecho a la reestructuración de la deuda soberana; y cooperación en materia de energía, minería, metalurgia, farmacéutica, tecnología médica, agricultura, software, etc.” (Cherini, 2019)
Sin embargo, la Política Exterior Argentina hacia las potencias orientales, tuvo grandes desafíos. En primer lugar, porque implicó apostar por una agenda multilateral, donde Argentina dejó de priorizar únicamente a los socios tradicionales del siglo XX (Estados Unidos, Unión Europea, Brasil, etc.), con el fin de acompañar las transformaciones políticas y económicas que el mundo estaba observado debido al ascenso de China como potencia económica y la reconfiguración de Rusia post crisis de los 90 junto a la posterior Presidencia de Vladimir Putin. Esto trajo aparejado críticas de distintos sectores, que consideraban que podía afectar la vinculación con los otros actores tradicionales de la PEA.
En segundo lugar, y complementario a lo anterior, se generaron cuestionamientos debido a que Rusia, y China, no son naturalmente aliados para el bloque occidental, particularmente en términos ideológicos y políticos. Las críticas que estos países han recibido debido a diferencias entre las culturas y los valores sociales y económicos han dificultado la agenda diplomática de ambos Estados. Un ejemplo de esto es lo que plantea Joseph Stiglitz en materia económica: “hoy nos enfrentamos al hecho de que distintos países tendrán que organizar sus respectivas economías de formas diametralmente opuestas, reflejando en ellos sus propios valores y creencias(...) tendremos que hallar una nueva modalidad de globalización, basada en algún tipo de coexistencia pacífica, y reconocer que, aun cuando tengamos sistemas económicos claramente distintos, sigue habiendo muchas áreas en las que podemos comprometernos para comerciar con éxito” (Stiglitz, 2020: 143). En este sentido, tanto China como Rusia han apostado por una estrategia internacional de fortalecimiento de los vínculos bilaterales a través de herramientas de hard power y soft power para vencer las barreras políticas y culturales.
En consecuencia, se observa cómo a lo largo del siglo XXI, la PEA le asignó un rol destacado a la vinculación con Rusia particularmente a través de la cooperación y el comercio exterior, a pesar de las críticas que recibía en contra de ampliar y/o fortalecer su agenda de socios internacionales hacia el este.
Cuando en el 2020 la realidad internacional giró 180° al expandirse la COVID-19 y sus fatales consecuencias sanitarias, económicas y sociales por todo el mundo, el vínculo con Rusia daría sus frutos en el contexto más desfavorable. El rol de la PEA con Rusia en estos años, posibilitó que Argentina fuera uno de los primeros países en recibir vacunas Sputnik-V, y, además, que se constituya en el primer país latinoamericano en comenzar a producir la vacuna. En este sentido, el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF, el fondo soberano de inversión de la Federación Rusa) y la farmacéutica Laboratorios Richmond SACIF, anunciaron la producción del primer lote de la vacuna rusa contra el coronavirus. Rusia, a través de su RDIF y socios, ha realizado transferencia tecnológica para el laboratorio argentino; y se prevé que, luego del control de calidad que se está llevando a cabo en el Centro Gamaleya, se comience la producción masiva en junio del 2021 (Télam, 2021).
Los resultados de la vinculación bilateral no solo terminan allí, sino que se planifica que Argentina pueda exportar vacunas al resto de Latinoamérica, lo que permitiría completar la política de integración y cooperación regional que caracteriza a la PEA desde hace más de 30 años. Este avance contribuiría, a su vez, con la situación sanitaria de la región que es sumamente compleja e inequitativa en términos de acceso a las vacunas (Nodal, 2021). Es así que: “nuestro país se convertiría en uno de los nodos de la cadena de producción de vacunas en América Latina, y de esta manera favorecer el acceso a los demás países de la región”. (Argentina, 2021)
En este sentido, la continuidad de la diplomacia argentina caracterizada por una agenda multilateral, sumado a los esfuerzos en cooperación internacional con socios como Rusia, posibilitaron a la Argentina el acceso a estos recursos de vital importancia en un contexto de crisis inusitada del siglo XXI.
*Lic. en Relaciones Internacionales (UCA). Doctoranda en Relaciones Internacionales (UNR). Miembro del OPEA
Referencias
Argentina (2020). El Instituto Gamaleya ya recibió el primer lote de la vacuna Sputnik V producido en la Argentina. 21 de abril de 2021. https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-instituto-gamaleya-ya-recibio-el-primer-lote-de-la-vacuna-sputnik-v-producido-en-la-1.
Cherini, O; Figuerero Minetti, C.; Albini, A. (2019). APEA 35: La Política Exterior Argentina con la Federación de Rusia desde el 2007-2018. Observatorio de Política Exterior Argentina de la UNR. Disponible en: https://www.opeargentina.org/post/apea-35-la-pol%C3%ADtica-exterior-argentina-con-la-federación-de-rusia-desde-el-2007-2018-cooperación.
Cherini, Oriana (2019). "Relaciones bilaterales argentino-rusas: el rol de los gobiernos locales y las Casas de Rusia en Argentina". Disponible en: https://www.opeargentina.org/post/relaciones-bilaterales-argentino-rusas-el-rol-de-los-gobiernos-locales-y-las-casas-de-rusia-en.
Davydov, Vladimir (2010). Rusia en América Latina (y viceversa). Nueva Sociedad No 226, marzo-abril de 2010, ISSN: 0251-3552.
Galea, G. J. (2012). Evolución de las relaciones exteriores entre Argentina y Rusia. Situación actual y nuevos desafíos. IV Congreso de Relaciones Internacionales. Instituto de Relaciones Internacionales. Disponible en: http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/40234/Documento_completo.pdf?sequence=1
Miguez, M. (2016). La política exterior argentina y su vinculación con los condicionamientos internos en el siglo XXI. Relaciones Internacionales, 89(2), 125-142. https://doi.org/10.15359/ri.89-2.5
Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto (MRECIC) (2021). Cooperación internacional. Disponible en https://www.cancilleria.gob.ar/es/politica-exterior/cooperacion-internacional
NODAL (2021). Ha comenzado la producción de la vacuna Sputnik V en Argentina. 20 de abril de 2021. Disponible en: https://www.nodal.am/2021/04/argentina-sera-el-primer-pais-de-america-latina-en-producir-la-vacuna-sputnik-v/.
Stiglitz, J. (2020). Capitalismo progresista: la respuesta a la era del malestar. Editorial Taurus. Argentina.
Telam (2021). La Argentina comenzó con la producción de la vacuna Sputnik V. 20 de abril de 2021.
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