Dra. María del Pilar Bueno*
Este año en el Observatorio de Política Exterior Argentina inauguramos el ciclo de informes semanales con el número 593 que les invitamos a leer y descargar en nuestras redes sociales y nuestra página web www.opeargentina.org. Al recorrerlo, hay un elemento transversal que trasciende el documento, la urgente necesidad del fortalecimiento de los espacios multilaterales a nivel internacional que se han visto impactados tras cuatro años de repliegue relativo de Estados Unidos y presencias aguadas de otros actores claves.
El ahogo que supone la ausencia de un liderazgo real de la Organización Mundial de la Salud (OMS) frente a las negociaciones bilaterales entre actores públicos y privados por las vacunas frente a la covid-19 sólo puede ser en perjuicio de los menos favorecidos. Un claro ejemplo, en este sentido, constituye el contundente pedido de apoyo de la candidata presidencial peruana Verónika Mendoza al presidente Alberto Fernández, quien envió una misiva solicitando apoyo en las negociaciones con el laboratorio AstraZeneca–Oxford. De este modo, es una buena noticia la continuidad de Estados Unidos en la OMS, pero los Estados deberán buscar que este espacio sea más que un nicho de cierta articulación y debate. Dada la segunda y tercera olas de covid-19 en el mundo, la OMS se encuentra ante la encrucijada de ocupar el rol para el cual fue creada, reduciendo la discrecionalidad de los laboratorios mediante una red de contención y regulación pública, incluyendo una discusión real sobre la propiedad intelectual de las vacunas y evitando las negociaciones bilaterales donde el mejor postor es el que prospera.
Otro componente del valor del multilateralismo, que ha sido y es un peldaño de la Política Exterior Argentina bajo todos los signos políticos, constituye el constante apoyo de los países de América Latina a la posición argentina y a la reivindicación sobre las Islas Malvinas en espacios multilaterales. En este informe del OPEA, surge en la reunión bilateral con Colombia que tuvo lugar entre cancilleres de ambas naciones. Cabe notar que es una tradición de la Cancillería argentina agradecer a los países de la región en los encuentros bilaterales por brindar este gesto de apoyo que ha sido tan significativo para defender nuestra posición y derecho en el Atlántico Sur.
Las agendas ambientales y, particularmente, el cambio climático, tienen un rol clave en este primer informe del año del OPEA en 2021, a través de la lente del multilateralismo. El próximo regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París, segundo emisor de gases de efecto invernadero a la atmósfera y quien había prometido ser uno de los grandes proveedores de financiamiento climático al Fondo Verde del Clima y a otros fondos, es muy esperado. No en vano, el tema ha ocupado las primeras conversaciones que tuvieron diversos funcionarios estadounidenses de la nueva administración que encabeza el presidente Joseph Biden con la Cancillería argentina. El regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París se espera esté acompañado por una serie de acciones contundentes que impriman mayor fuerza al multilateralismo de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) y a la necesaria transición hacia economías y sociedades hipocarbónicas. Claro está que no se puede esperar que estos cambios épicos se desencadenen exclusivamente por la decisión de un país. Pero sí buscamos que la rueda del multilateralismo climático comience a girar con mayor potencia, brindando los mensajes necesarios a los actores políticos y económicos para comprender y actuar por la urgencia climática que viene informando la ciencia.
Teniendo en cuenta que Argentina detenta la Presidencia pro témpore de Mercosur desde diciembre, se podría valorar la oportunidad histórica de que el bloque fortalezca una agenda de derechos humanos que incluyen el acceso universal a la vacuna contra la covid-19 y el derecho a un ambiente sano. Cabe notar, que la agenda ambiental ha sido muy débil en el bloque, que no se ha trazado la voluntad de constituirse como un espacio de articulación de posiciones y construcción de agendas comunes con transversalización de dichos derechos. La pronta entrada en vigor, en el mes de abril, del Acuerdo de Escazú permite una interesante vinculación de cuestiones. Se trata del primer Acuerdo regional ambiental vinculante y se concentra en los derechos de acceso, esto es: el acceso a la información, a la participación pública y el acceso a la justicia en asuntos ambientales en América Latina y el Caribe.
Las oportunidades de la cooperación y el multilateralismo ambiental son exponenciales en la región. Aún no se ha explorado adecuadamente el desarrollo de políticas binacionales y multinacionales de adaptación al cambio climático en materia recursos compartidos a pesar de ser un tema en el cual América Latina ha tenido posiciones con alto nivel de compatibilidad en la CMNUCC. Asimismo, la búsqueda de soluciones alternativas al extractivismo se vinculan con las negociaciones mineras y su relación con la transición hipocarbónica en el contexto de la producción de litio sin valor agregado. Las noticias en el informe en la relación bilateral con China evidencian la eventual producción de vehículos eléctricos en Argentina, coherente con sus compromisos climáticos multilaterales, aunque fuertemente contradictorios con las políticas de desarrollo en la medida que la minería en Argentina sólo ha beneficiado a unos pocos y afectado a muchos desde su potenciación en los noventa.
El año 2021 se presenta como una evidente oportunidad de fortalecimiento de los espacios multilaterales para enfrentar las amenazas colectivas y preservar los bienes comunes. La buena noticia es que multilateralismo es un común denominador de la política exterior argentina. La advertencia es no apoyarse en esa tradición, promoviendo más statuquismo, sino favoreciendo las tranformaciones estructurales que la coyuntura requiere.
*Dra. en Relaciones Internacionales. Investigadora de CONICET. Coordinadora del OPEA. mbueno@fcpolit.unr.edu.ar
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