Por Melina Pasquet
El pasado julio se oficializó la bajada de bandera en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID): el organismo abrió el proceso para la presentación de candidaturas a su Presidencia, y comunicó que el próximo septiembre tendrá lugar la reunión que definirá quién ocupará este lugar.
Desde Argentina, ya venía preparándose para disputar por el puesto en Washington D.C. el secretario de Planeamiento Estratégico, Gustavo Béliz. Sin embargo, de forma inusitada surgió la postulación estadounidense del asesor de Seguridad Nacional para América Latina de la Casa Blanca, Mauricio Claver Carone.
La reciente decisión del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de proponer al controversial Claver Carone como próximo presidente del BID ha causado sorpresa en el continente americano. Esta propuesta debe ser pensada en los términos generales de la Política Exterior de la administración Trump, poco adepta al multilateralismo y, menos, a sostener las tradiciones. En este sentido, existe una regla no escrita, desde la fundación del organismo, que estipula que la Presidencia del BID sería ocupada por un/x latinoamericanx. Lo que no solo involucra el peso de una tradición, sino las particularidades y funcionalidad de un/x presidente/a de extracción latinoamericana, con un sentido más aguzado y atento a las necesidades de la región. Al mismo tiempo, se hace más apremiante el rol del organismo financiero y estratégica la Presidencia, de cara al estado económico que dejará la actual pandemia de COVID-19.
Las causas de esta ruptura en el acuerdo tácito pueden ser rastreadas en las crecientes tensiones sino-estadounidenses, por las cuales el mandatario de la Casa Blanca buscaría cerrar posiciones frente a la amenaza china en el espacio latinoamericano. A su vez, pesa sobre la continuidad-ruptura de la tradición, la falta de consenso entre los países latinoamericanos en defensa de este principio. Es así que Trump reedita un antecedente conocido de la política exterior de Estados Unidos hacia la región, la Doctrina Monroe, más síntoma de recelo que de cooperación y compromiso, y a tono con el lema America First.
El canciller argentino, Felipe Solá, cuestionó la candidatura de Claver Carone, no desde un punto de vista técnico, sino por su implicancia ideológica, planteando posibles efectos políticos condicionantes sobre la agenda de trabajo de uno de los principales prestamistas de la región (OPEA, Informe nro. 574). Asimismo, el presidente Alberto Fernández apuntó contra las decisiones geopolíticas de la Casa Blanca, en el marco de unas relaciones bilaterales a las que le sobran los temas espinosos de por medio, tales como el proceso vinculado a la deuda externa argentina y a la elección del próximo presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA). Esta visión del gobierno nacional ha sido compartida por otros sectores políticos del país, como manifiesta la carta redactada por un conjunto heterogéneo de ex-cancilleres argentinos que llaman a defender el histórico consenso (OPEA, Informe nro. 572).
Ahora bien, pese a que las probabilidades le juegan en contra, ya que el panorama indica que Claver Carone estaría en condiciones de lograr las mayorías necesarias para hacerse de la Presidencia sin mayores dificultades, el gobierno argentino resolvió mantener y confirmar la candidatura de Béliz. La estrategia argentina, que ha tenido apoyos sustantivos incluyendo a la Unión Europea (UE), involucra forzar el aplazamiento de la votación hasta después de las elecciones presidenciales estadounidenses. Esto requiere aplicar el art. 8 del reglamento del Banco, por el cual se exige un quórum de dos tercios de la Asamblea para convocar a votación, apuntando a mover algunas piezas clave del tablero internacional que representen los votos que obstaculizarían el proceso. Para ello, la diplomacia argentina tiene en vista lograr dicha cifra en base a la sumatoria del voto propio (que representa un 11%), de México (7%) quien ya expresó su apoyo a Béliz, y de los países europeos (15% en un escenario de máxima). Si bien no se conoce aún la posición nacional de los países de Europa, el servicio exterior europeo propuso la suspensión de las elecciones hasta marzo de 2021.
En conclusión, aunque las elecciones del BID revelan un proceso que integra aspectos procesales y burocráticos, es la política internacional y la tensión entre Estados Unidos y China uno de los puntos neurálgicos de fondo, tanto como el rol de la UE en dicha arena. De cualquier modo, es esperable que este proceso impacte en las relaciones entre la Casa Blanca y la Casa Rosada, principalmente en caso de una continuidad republicana en el gobierno, tanto como en los equilibrios que debe gestionar la diplomacia argentina en medio de la polarización sino-norteamericana. En fin, a pesar de que el escenario latinoamericano mayoritariamente asienta la decisión estadounidense, la reafirmación de la política exterior argentina defendiendo una tradición, con un alto costo político y estratégico, toma fuerza en clave autonómica.
REFERENCIAS
OPEA (2020) Informe de Política Exterior Argentina - Nº572. Disponible en: https://www.opeargentina.org/post/opea-572
OPEA (2020) Informe de Política Exterior Argentina - Nº574. Disponible en: https://www.opeargentina.org/post/opea-574
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